domingo, 12 de febrero de 2012

CHILLERAMA (2011)

Refrescante comedia yanki que consigue homenajear mediante el humor más gamberro diferentes estilos dentro del cine de terror de todos los tiempos. Cuatro cineastas se dan cita aquí para, cada uno a su particular manera, concebir conjuntamente una película de episodios al más puro estilo "Creepshow" y así abordar algunos films clásicos con auténtica libertad cinematográfica y una originalidad sin límites.
El último cine al aire libre de los Estados Unidos (los míticos drive-in theater) está a punto de proyectar su sesión final, la que significará el cierre del lugar (y el fin de una época) y con la que el señor Cecil B. Kaufman (ya empezamos con los guiños) se despedirá de tantos años de entrañables pases cinéfilos de medianoche.
Para la ocasión, ha planeado una maratón inédita con el pase de 4 películas jamás antes exhibidas en los Estados Unidos y con un inconfundible patrón en común, el terror.
El primero en enseñar sus cartas es Adam Riftin, el director más veterano del cuarteto y responsable, entre otras, de aquella "Cero en Conducta", de 1999, donde un todavía reconocible Edward Furlong perseguía al grupo Kiss por los Estados Unidos. En su corto "Wadzilla" dentro del espectáculo Chillerama, nos presenta a Miles Munson (interpretado por el propio Riftin), un hombre que probará una medicación experimental para combatir su déficit de espermatozoides. Dicho fármaco le provocará un irrefrenable y repentino impulso por eyacular (con la ayuda de algún que otro escote, todo sea dicho), lo que desembocará en la aparición de un enorme gameto de comportamiento violento y escurridizo (obviamente).
La huida del esperma y su espectacular agrandamiento (se zampa mendigos gracias a sus peligrosas fauces) le convertirán en una amenaza para toda la ciudad, que desplegará incluso armamento militar para combatir dicha criatura, ya de tamaño descomunal.
Claramente inspirada en las cintas de ciencia ficción de los años 50 y sus, por costumbre, enemigos monstruosos (avispas, cucarachas, arañas, hormigas, lagartos...) científicamente mutados, consigue extremar la idea y crear un esperma del tamaño de Godzilla, tan agresivo y vulgar como imposible, dentro de una historia sin concesiones ni explicaciones, tan sólo una desvergonzada y divertidísima cinta que abusa del género pero que lo evoca por los cuatro costados. Delirante y satisfactoria a partes iguales, con unos efectos expresamente descuidados y un reparto anecdótico (Eric Roberts se une a la fiesta) que completan la que probablemente sea la más destacada y simpática filmación del compendio Chillerama.


El siguiente capítulo por el contrario, es el más flojo de todos. Obra del realizador Tim Sullivan, termina resultando un disperso homenaje de géneros tan opuestos como los musicales, los hombres lobo o el drama homosexual. Su capítulo, titulado "I was a teenage Werebear" sigue de cerca las dudas sexuales de un joven que, tras perder a su idílica novia en un accidente (bueno, la dejan literalmente "alelada") comienza a salir con compañeros de su misma tendencia, descubriendo que no sólo son de la acera de enfrente, sino que también se convierten en fortachones hombres-oso de alguna manera peligrosos. Una mezcla disfuncional entre las míticas "Grease" y "Rebelde sin Causa", con toques cercanos al más puro estilo "spoof" de la saga Crepúsculo y algún que otro sugerente acorde acertado en su cometido graciosillo, lamentablemente insuficiente como para sostener el interés que levantó su precedesor capítulo. Con todo, representa un entretenido episodio de hombres-oso gays pésimamente maquillados y peormente dirigidos, con sintonías aberrantes de fondo y un sinfín de fantasmadas argumentales, y eso señores, pues tiene su puntito de gracia (aquí también hace un cameo su director, esta vez como entrenador "metemanos" del protagonista).


Una vez superado el peor escalón de Chillerama, nos encontramos de nuevo con un corto que nos deja atónitos. El capítulo titulado "The Diary of Anne Frankenstein". Obra del joven Adam Green, autor de Hatchet (2006), Hatchet 2 (2010) o Bajo Cero (Frozen, 2010), por citar las más conocidas.
Carteles de los 4 films
Rodada en blanco y negro, en un fingido alemán (aunque, por supuesto, subtitulado) y con un Hitler (escuálido e imberbe, pero con ese bigotillo) de protagonista invadiendo la casa de Anne Frank (abreviaron el apellido según cuentan, ya que eran los Frankenstein...), tan sólo nos queda descubrir que sus intenciones son hacerse con los servicios del revivido monstruo (con partes de cadáveres judíos) para así ganar la Segunda Guerra Mundial. Su sorpresa será descubrir que el muerto con vida es de ideales poco afines y jugará en su contra, naturalmente.
En el film de Green, todos los ingredientes funcionan magníficamente, convirtiendo un simple gag entre el Führer y Frankenstein, en un mediometraje cachondo (sí, hay incluso erotismo) y sensacional, semejante a aquellas cintas de los años 20 y 30, de bobinas castigadas y con cortes de censura (muy divertido el tijeretazo). Las interpretaciones en este episodio son fantásticas, de alto contenido cómico y con sus pocos recursos muy bien utilizados (los decorados en la lucha final, para quitarse el sombrero).


El cuarto film exhibido, si fuéramos rigurosos, seria el dedicado a los excrementos. Un film extremadamente escatológico del que solo seremos testigos unos pocos minutos (¿prometía?...nunca lo sabremos). Es el film que engloba a estos 3 anteriores el que sustenta realmente Chillerama. Titulado "Zom-B-Movie", no cabe duda de que su propio nombre deja bien claro en qué liga juega. Los zombies de auténtica Serie B hacen por fin su aparición por culpa de una intoxicación en las palomitas del cine al aire libre, originando una orgía sexual de muertos vivientes (y de vivos). Esta parte central la firma Joe Lynch, conocido por la espléndida secuela "Km.666 2:Camino Sangriento", en 2007 y ganándose el crédito suficiente como para que confíen en él en mayores retos.
En esta historia, destacaré un arranque de película que no dejará a nadie indiferente (buenísimo) y un clímax de auténtica pasión cinéfila zombie, como pocas veces he presenciado.
Asi pues, debo arrodillarme ante tal propuesta por ser mortalmente divertida, muy entretenida, bien musicalizada y mejor dirigida. Un lujo sólo consumible para fans de lo horroroso, en el amplio sentido de la palabra.


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